Gran parte de la humanidad ha visto esta película y la humanidad completa ha oído hablar de ella. Se trata de Tiburón (Jaws) dirigida en 1975 por Steven Spielberg. Está basada en un libro escrito por Peter Bentchley, que a su vez es guionista del posterior film.
Antes de nada, conste en acta que amo esta película, y la he visto un hermoso número de veces, pero muchas veces he pensado en lo que saco como conclusión tras verla. Pensaréis que soy un aguafiestas con el cine, y que a todo le tengo que sacar punta. Bueno, pensad lo que que deseéis...
La historia de este largometraje es muy sencilla: un tiburón blanco de ocho metros invade la playa donde unos turistas veranean y toman el sol. El tiburón ha devorado a varias personas y se juntan el jefe de policía, un profesional de los tiburones y un marinero para dar caza al animal.
Una fórmula muy repetida (y que se disfruta mucho) en el cine, es la de los buenos contra los malos. Hay un bueno (o buenos) y un enemigo (o enemigos) al que derrotar. Hemos visto de todo: Policías contra terroristas, Policías contra delincuentes, secuestrados contra sus secuestradores, mujeres contra agresores, hombre atormentado contra los que hicieron daño a sus seres queridos, coches contra camiones, hombres contra máquinas del futuro, incluso judíos contra nazis.
En "Tiburón" tenemos a un policía contra un enorme Carcharodon Carcarias, que comúnmente le conocemos como Tiburón Blanco. Como hemos comentado, el objetivo es aniquilar al pez adentrándose en sus propias aguas y no parar hasta que muera, pues está molestando a las personas que se quieren bañar tranquilamente en las aguas de la costa. Lo que me da que meditar es que, no es el ser humano el perjudicado, sino el tiburón. Él está en su hábitat nadando libremente, y el hombre invade indiscriminadamente su "casa". Acepto que un tiburón es muy peligroso, y toparte con uno puede suponer tu fin. Vale, no nos gusta que se acerque a la orilla, en eso estoy de acuerdo, pero los protagonistas, con un barco se adentran en el océano hasta llegar casi a alta mar, armados y buscando a dicho animal. No nos gusta que se acerque a la playa, pero, ¡ojo! Tampoco puede vivir libremente por el océano. Se emprende una feroz búsqueda por lo largo y lo ancho del mar para dar fin a su vida. Si fuera un camaleón o una mariposa no, pero claro, el bicho tiene una gran mandíbula y hay que darle mulé. Y luego... nadie me ha dejado claro si el tiburón al que revientan con una bomba de hidrógeno comprimido es el susodicho o es otro. Supongo que el océano no dispone de un sólo tiburón blanco.
Es una conclusión que no hay que tomar cien por cien en serio. Es una curiosidad que siempre he tenido en mente y he querido plasmar de alguna manera.
Lejos de todo esto. RECOMIENDO ESTA PELÍCULA. Se disfruta y se pasa un buen rato; todo sea dicho.
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